Era momento de dar un golpe sobre la mesa y de darle la vuelta a una situación muy crítica tras la derrota en El Sadar ante el Celta por un contundente 0-3. Los rojillos se presentaban en el Reale Arena con la misión de vencer en feudo txuriurdin casi dos décadas después. Además llevaban desde octubre sin vencer fuera de casa en competición liguera, pero era un derbi, estaban acompañados por cientos de rojillos y era una ocasión única para resarcirse del tropiezo de la semana pasada.
Osasuna vuelve a ser Osasuna
El encuentro ante el Celta había dejado muchas dudas sobre el equipo dirigido por Jagoba. Las críticas se hicieron notar sobre el cuadro navarro. Muchos se quejaban de la falta de ideas del equipo para generar situaciones de peligro y que encajaba muchos goles a poco que le llegaban a portería.
El reto era exigente e iba a medir el margen de mejora del equipo en este último aspecto. Ante un equipo Champions, Jagoba optó por alinear a cinco defensas y realizar hasta 7 cambios respecto a la semana pasada. Entraban Herrando, Unai García y Mojica en la zaga, Torró, Moncayola y Aimar en el centro del campo y Rubén Peña en la delantera junto a Budimir por la baja de José Arnaiz. El encuentro arrancó según lo establecido. La Real tenía la posesión y acechaba la portería rojilla ante una defensa osasunista muy cerrada y compacta.
Pocas ocasiones tuvo Osasuna en la primera mitad, pudiendo destacar a Rubén Peña que fue quien más lo intentó, pero los navarros lograban llegar al descanso con empate a 0 tras un gran trabajo en las atenciones y en la activación para tapar el disparo cuando los donostiarras tenían opción de disparo cerca del área.
La segunda mitad arrancaba de manera inmejorable con un cabezazo de Budimir al saque de córner de Moncayola que se colaba en el fondo de la red para adelantar al conjunto pamplonica. Los donostiarras no se vinieron abajo y gozaron de ocasiones para empatar el partido, pero con garra, alma, coraje y corazón los rojillos aguantaron hasta el final dejando pocas fisuras en la zaga y volviendo a ser un equipo inexpugnable en el juego aéreo.
Cabe destacar el gran partido de Herrando que tuvo que vérselas con André Silva, Sadiq y Take Kubo a los que apenas concedió espacio y fue una auténtica pesadilla para los atacantes. El canterano rojillo ha dado un paso adelante al igual que Unai García y David García, que se complementan y mejoran el uno al otro. Es una victoria inspira confianza por el proyecto y por una defensa, que está siendo señalada esta temporada, pero que con la unión, la contundencia y la concentración de todos ellos puede llegar a su mejor nivel.
Parar, pensar, aceptar y seguir. El pasado, pasado está, pero hay un futuro ilusionante que construir y ello pasa por la actitud mostrada en partidos como el de hoy.