Este era uno de los partidos señalados por todos los Osasunistas, ya que era el encuentro que nos podía volver a hacer soñar con ir a Sevilla. Sin embargo, el equipo no consiguió darle la vuelta al marcador, a pesar del empuje en los últimos minutos donde no se notó la inferioridad numérica. Destacamos lo que fue el partido en los primeros 50 minutos y el trabajo colectivo del último tramo de partido.
Mismo sistema, diferente utilización
El 5-3-2, cada vez está siendo más habitual verlo en los planteamientos de Jagoba, vimos la utilización de Arnaiz como segunda punta junto a Budiimr, para así tener la posibilidad de tener un jugador rápido que pueda amenazar al espacio y dar diferentes soluciones al equipo.
A pesar de ser el mismo sistema con el que Osasuna planteó el partido de ida de la Liga contra la Real Sociedad, vimos un Osasuna que no quiso hundirse y lanzó la presión mucho más alta, con la intención de poder robar balones en campo contrario. Arnaiz y Budi, tenían la misión de tapar pase con su pivote defensivo, y a raíz de ahí, lanar la presión contra sus centrales.
Con el 4-3-3 tan marcado de la Real Sociedad en posesión del balón, la amenaza era que no llegase el balón a sus interiores quienes se situaban a la espalda de los nuestros. Los centrales eran los encargados de saltar a ellos si el balón viajaba hasta sus laterales.
El equipo se sintió muy cómodo sin balón, ya que, en toda la primera parte, la Real Sociedad no generó ninguna ocasión de gol clara. Fue justo una acción puntual al comienzo de la segunda parte, en la que hubo un desajuste en la presión de Osasuna, donde se originó la consecución de jugadas que originó el penalti de Catena. La Real Sociedad es un equipo que tiene muy trabajado cómo hacer daño a sus rivales, y la utilización de su pivote defensivo es fundamental para ayudar a progresar al equipo, así pues, una de las pocas veces que consiguieron conectar con él generaron peligro.
Es innegable que, tras esta acción puntual, existen muchos factores que podían haber evitado el penalti de Catena, pero está era la forma que tenía la Real de crecer en el partido y se les dio la oportunidad.
Un Osasuna con armas, pero que no mata
Se vieron durante la primera parte varias secuencias de pases que recordaban a la mejor versión de los rojillos. Sin embargo, esas posesiones no lograron generar peligro principalmente por la mala toma de decisiones y por la falta de acierto de varios jugadores. Para poner en valor esto, nos encontramos con unos registros de porcentaje de pases de los más bajos de la temporada. Aitor Fernández dio sólo 12 pases buenos de 38 intentados. Muy poco acierto para dar continuidad al juego.
Con Arnaiz como segundo delantero, Osasuna tiene un recurso diferente para generar peligro. Este funcionó porque se le encontró varias veces y la falta de acierto del jugador supuso que jugadas con cierta ventaja acabasen en nada.
Estos movimientos de Arnaiz tan efectivos y con los que el equipo rojillo se siente cómodo, son un arma de doble filo. Si Arnaiz es el jugador que ataca el espacio, Budi es quién equilibra la zona de media punta, siendo esta una posición donde no vamos a ver brillar al croata en ninguno de los escenarios. Tan sólo dio 4 pases buenos en 80 minutos, fruto de vivir mucho tiempo lejos del área.
Incapacidad para generar peligro
Osasuna realizó el partido de toda la temporada con menos goles esperados. Dato que refleja una carencia del conjunto rojillo, y que se ha tapado durante muchas semanas con el estado de forma de Budimir.
Tenemos que tener en cuenta que el cambio de sistema hace que ciertos automatismos que el año pasado funcionaban, ahora no sirven, pero, aun así el equipo se siente muy poco dañino cuando juega en último tercio. Un ejemplo de esto, son las famosas asociaciones en banda entre nuestros extremos-interiores-laterales, que lograban generar muchas situaciones de ventaja y profundidad para sacar centros peligrosos. Pues la falta de acierto en el pase, o la falta de ayudas limitan las entradas por bandas del equipo.
Cuando el equipo se queda con uno menos, empezamos a ver un juego que es fruto del instinto natural de los jugadores. Moncayola muy cerca de centrales para crear desde la base, Aimar omnipresente participando para llevar el balón hasta último tercio y entradas desde atrás de nuestros laterales. Sólo así, vemos al equipo desbordar todo su talento.
El gran esfuerzo colectivo que se hizo no fue suficiente para pasar la eliminatoria. Pero esta esta siendo la tónica de esta temporada, los partidos que están haciendo, no son suficientes para mirar hacia delante, sino para mirar atrás, y esperar que los demás tampoco avancen. Ahora, con una sola competición hasta final de año, Jagoba va a poder tener más tiempo para trabajar cada semana y exprimir de una vez por todo el rendimiento de este equipo.
Entrenador de fútbol y amante de este deporte. A Rubén le encanta ver los partidos con una perspectiva diferente y descifrar el porqué de cada suceso en el terreno de juego.
