Una oportunidad de oro es a la que se enfrentaba Osasuna en Mallorca. El inicio de liga había sido desilusionante, a pesar de tener la Supercopa de España y la Copa del Rey aún por delante en juego. El triunfo ante el Rayo había dado alas al equipo y esperanzas a los aficionados para afrontar lo que llegase con otra perspectiva y una victoria podía lanzar, definitivamente, a los navarros hacia arriba para finalizar el año con buen sabor de boca.
Sin embargo, el rendimiento de los rojillos ante el cuadro balear dejó mucho que desear y evidencia, que Osasuna continúa en esa crisis por la que atraviesa desde el principio de la temporada.
Otra vez, en un centro lateral
La asignatura pendiente que se lleva Osasuna para el 2024 es, sin duda, la defensa de los centros laterales. En esta casi mitad de liga han sido hasta 12 los goles encajados en un centro que provenía de uno de los costados. El jueves se volvieron a apreciar estas carencias en dos goles, que, prácticamente, mataron psicológicamente al equipo en el partido.
El primer tanto en contra se produjo en el minuto 12 en el saque de un córner al segundo palo que acaba rematando Nastasic. En esa acción todos los rojillos realizan un marcaje zonal dejando una separación con su marca más próxima, todos excepto Jesús Areso. Se puede ver como el lateral derecho navarro no guarda la distancia con el adversario, realiza un marcaje individual y mientras el rival avanza hacia el balón, Areso va reculando hacia atrás haciendo fácil la tarea de zafarse al rival para Nastasic, que remata solo. David García también puede hacer algo más, ya que ni siquiera se molesta en saltar, pero la clave del gol está en Areso.
El segundo gol llega de un pase a la frontal desde la banda derecha y un remate cruzado de primeras al palo largo de Dani Rodríguez que hace inútil la estirada de Sergio Herrera. Se podría achacar que la defensa no ha estado atenta al “10” del Mallorca, pero yo achacaría más la culpa del gol a la genialidad que realiza el rematador, disparando de primeras y ajustándola donde es imposible de alcanzar.
El tercer tanto fue un error propio de la falta de comunicación y posicionamiento de los jugadores. Falta en contra y el jugador más alto del equipo rival remata a la altura del punto de penalti completamente solo, cuando debía ser el jugador más vigilado dado su gran poderío aéreo. Una consigna, la de cubrir al jugador más alto del adversario, que se aprende en infantiles, pero constató una falta de concentración y comunicación preocupante.
Los rojillos bajaron los brazos
Ya no es solo que se cuente casi cada centro lateral como gol en contra, sino lo que más preocupó fue la actitud del equipo tras recibir cada uno de los tres goles. Se vio a un equipo sin alma, sin esa garra y ese carácter que caracteriza a los equipos navarros. Osasuna podrá jugar mejor o peor, pero nunca, nunca, pero es que nunca el esfuerzo y la lucha debe ser negociable. Pudimos ver a un equipo superado en el centro del campo, sobre todo, mal posicionado.
El conjunto bermellón llegaba a todos los balones divididos y los navarros se mostraban muy apacibles y con una intensidad impropia de un equipo de Primera división. Al equipo le cuesta generar peligro desde el centro del campo y superioridad en bandas para hacer retroceder al rival. Por otro lado, da la sensación no se sienten en un entorno favorable para mejorar, algunos están fuera de su posición y otros han perdido la confianza en las directrices del juego y en si mismos.
Osasuna se va a las vacaciones con mucho que mejorar y cambiar. No es fácil, porque ni nosotros mismos sabemos bien qué hace falta en el equipo. Achacamos la derrota y la situación del equipo a la actitud de los jugadores, pero va mucho más allá. El equipo mejorará o al menos eso se han propuesto los rojillos. Estos jugadores son los mismos que nos llevaron a una final de Copa, así que no queda otra que confiar en ellos, teniendo claro hasta dónde pueden llegar estos chicos y exigiéndoles conforme a ello.