Osasuna llegaba al Nuevo Mirandilla con la sensación de que este podía a ser el punto de inflexión que hiciese que la temporada cogiese otro rumbo. Los 36 años sin conocer la derrota en “La Tacita de Plata” hacían presagiar una buena tarde para el osasunismo, pero no fue así.
Una primera parte horrible ha hecho que los navarros se marchasen al descanso por detrás en el marcador y tras la salida de vestuarios, una leve mejoría y la ayuda arbitral han permitido que los de Jagoba se traigan un punto de tierras gaditanas.
Un Osasuna irreconocible
Los primeros 45 minutos de partido han dejado un sabor muy amargo entre los aficionados rojillos. Un Osasuna muy impreciso, sin criterio, ni una hoja de ruta clara a la que ceñirse. El centro del campo no se hacía notar y la única alternativa volvía a ser el pelotazo arriba, que acababa con la pérdida de balón. Al equipo le ha faltado un partido más esa profundidad y fluidez que estaba dando por momentos Mojica en la banda izquierda hasta su lesión.
A Osasuna le faltan ideas y le sobran dudas arriba. De nada sirve ir a medio gas, con un juego de trote suave, que no hace correr y sufrir al rival y que no te permite generar ese último pase para generar una ocasión. Por si fuese poco, un nuevo centro lateral vuelve a mostrar las costuras del equipo, que dejó rematar a Roger solo.
En la segunda mitad, los navarros encontraron una vía con la que hacer daño en los centros laterales al segundo palo, donde encontraron la cabeza de Rubén García, pero Ledesma evitó el primero. Más tarde fueron Moi y Chimy quienes la tuvieron, pero volvió a aparecer el guardameta e Iza para evitar el empate. Lo que no iban a poder evitar los gaditanos fue el tanto de Budimir desde los once metros en un penalti más que polémico tras el remate de Chimy que iba fuera, pero toca ligeramente en la mano de Momo.
Jagoba y los cambios
El técnico de Berriatua realizó el primer cambio en el minuto 46’ introduciendo a Iker Muñoz y quitando a un Lucas Torró desparecido y totalmente superado. Los rojillos anotaron el empate y apretaban a un Cádiz muy flojo en la segunda parte. En el 78’ entró Pablo Ibáñez para tener un jugador de contención y con llegada para la recta final.
Era el segundo cambio para reforzar a un equipo que debía ir a por la victoria. Es por ello que sorprende que el tercer cambio llegase tan tarde, en el 87’, y los tres fuesen para meter un centrocampista, en vez de un jugador de ataque. El cuarto y quinto cambio llegó en el descuento, cuando quedaban 3 minutos para la finalización del partido, metiendo a un extremo y a un lateral que poco podían hacer en tan poco espacio de tiempo.
Una situación que ha enfadado a cierta parte de la afición y que es un preocupante síntoma de que Jagoba no confía en sus jugadores de banquillo. Algo que es la base del éxito y de un equipo competitivo, pero que evidencia que Osasuna atraviesa un momento delicado.