Osasuna no atraviesa un momento dulce. La derrota en Sevilla, merecida o no, deja muchas dudas y hace encender las alarmas al haber logrado sacar un punto ante dos rivales directos por la permanencia. Asimismo, el equipo continúa sin tener una identidad de juego perceptible por el espectador, existe una Aimar-dependencia y defensivamente el equipo volvió a tener desconexiones en la segunda mitad.
El balance final es de 10 puntos logrados en El Sadar de 15 posibles y 1 punto logrado de 21 posibles como visitante. Un registro realmente negativo fuera de casa. Pero, ¿existe algún precedente que nos pueda llevar al optimismo?
Un club acostumbrado a renacer en El Sadar
Históricamente, Osasuna ha sido un equipo muy fuerte en su estadio. Visitar Pamplona siempre ha sido un dolor de muelas para el rival por cómo anima la afición rojilla, el ambiente de agobio que se forma al equipo visitante y porque Osasuna ante su gente muestra otra cara.
Un claro ejemplo de ello fue la temporada 2010/2011, donde Osasuna sumaba en la jornada 12 tan solo 1 punto con un golaverage negativo de 10 goles ante Mallorca (2-0), Real Madrid (1-0), Espanyol (1-0), Deportivo de La Coruña (0-0), Racing de Santander (4-1) y Atlético de Madrid (3-0). En aquella temporada la primera victoria como visitante tardó en llegar 27 jornadas (0-1 vs Málaga) y a final de temporada el cómputo global de puntos logrados lejos de Navarra fue de 11 puntos con 3 partidos ganados.
En El Sadar en la jornada 12, el equipo dirigido por José Antonio Camacho sumaba 14 puntos siendo el cuarto mejor local de la categoría. A final de temporada y con un combo de entrenador en la jornada 23, siendo Mendilibar quien completase la temporada en el banquillo rojillo, Osasuna sumó 36 puntos como local y logró la permanencia con 47 puntos. Una situación que como visitante a estas alturas de campeonato se estaba dando de una manera similar, con una idéntica puntuación, pero que finalmente el conjunto pamplonica logró sacar adelante con el apoyo de su afición.
