Tres partidos, tres titularidades, un rendimiento notable y una conexión inmediata con la grada. Así de rotundo ha sido el arranque de Pablo Ibáñez en el Deportivo Alavés. El centrocampista navarro, que no alcanzó un acuerdo de renovación con Osasuna, se ha convertido en una de las notas más positivas del inicio liguero en Vitoria.
La decisión de no prolongar su contrato dejó en Pamplona una incógnita difícil de ignorar: ¿ha dejado escapar Osasuna a un futbolista con nivel para asentarse en Primera División? ¿Se arrepentirá el club rojillo de no haber apostado con más firmeza por un jugador de la casa que pedía paso?
La comparación entre ambos equipos en los últimos años parece clara. Osasuna ha estado un peldaño por encima del Alavés en calidad, regularidad y expectativas. Sin embargo, la irrupción de Ibáñez en Mendizorroza está demostrando que, si bien quizá no tenía hueco como titular indiscutible en el once rojillo, sí estaba preparado para ser un complemento de garantías en la máxima categoría.
En apenas tres encuentros, el navarro ha mostrado personalidad, despliegue físico y una gran madurez. Su capacidad para abarcar metros, dar continuidad al juego y conectar con la grada vitoriana lo convierten en un activo con mucho potencial para el cuadro albiazul.
Mientras en Vitoria celebran el acierto de su fichaje, en Pamplona resuena la pregunta: ¿perdió Osasuna a un jugador con ADN navarro que todavía tenía mucho que aportar?
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