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Empanada casera en Vallecas

Los rojillos firmaron unos terribles segundos 45 minutos ante el Rayo Vallecano.

Empanada casera en Vallecas
Fuente: Osasuna

Ganar no es una cuestión de suerte o deseo, es cuestión de trabajo y voluntad. Visitar un estadio tan pequeño, en el que la afición puede tocar a los jugadores desde su asiento simplemente estirando el brazo y en donde el equipo local juega un fútbol aguerrido y directo, exige una concentración y una atención superior a la de otros encuentros. A pesar de la situación clasificatoria, los los franjirojos habían mejorado desde que llegó Íñigo.

De más a menos

La primera parte de Osasuna fue buena, tampoco brillante, pero sí que fue positiva en el sentido en el que Moi Gómez había adelantado en el marcador a los rojillos y la imagen había sido buena. El conjunto madrileño estaba obligado a salir a por el gol en la segunda parte, por lo que los huecos iban a aparecer. El guión de partido fue el que ya se intuía. Un Rayo dominador que trataba de embotellar y someter al rival y un Osasuna que sorprendió por lo poco reactivo que estuvo, como si hubiese desaparecido completamente del partido y hubiesen bajado los brazos.

A veces a los rojillos parece que se les olvida lo que es atacar, desconectan del partido y se dedican a simplemente defender en su área esperando a que una especie de ángel se les aparezca para salir airosos de esa situación. Y no, con lo de “empanada casera” del título no me refiero realmente al alimento, sino a lo que ocurrió en Vallecas durante la segunda parte. Una empanada característica de este equipo, de las que de vez en cuando protagonizan y desquician a una afición, que veían como el partido estaba de cara y más o menos controlado hasta que vimos a un Rayo que se lo creía cada vez más y a un Osasuna cada vez más inmóvil, sin saber qué hacer, simplemente exponiéndose al sometimiento.

Los partidos muchas veces no van a salir como uno desea. Hay un rival en frente, la situación de cada equipo no es la misma y al jugar fuera de casa la afición visitante también juega. El pasado año nos acostumbramos a pedir de carta refiriéndose Jagoba, en aquella rueda de prensa en la que lo mencionó, a que teníamos unas expectativas demasiado elevadas. Por ello, es importante bajar esas expectativas y saber que hay menús caseros muy buenos de esos que cuesta mucho trabajo colectivo hacer, pero luego saben muy bien. No obstante, a lo que no hay que acostumbrarse de ningún modo, es a pedir empanadas como las que vimos en Vallecas, esas que demuestran lo fácil que es a veces perder tu esencia y como en un chascarrillo pierdes tres puntos.

Si bien hemos delimitado esta temporada lo que son las buenas y las malas expectativas, hagamos lo mismo con aquellas que hacen a Osasuna un equipo sin garra, poco luchador y evitamos a toda costa volver a mostrar esa imagen que no refleja lo que es y se exige en este club.

 

Written by Daniel Arangay

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